Sabiendo
que somos hijos de Dios, chispa divina de Él mismo, resuélvete a permanecer siempre en calma, no
importa cuáles sean las circunstancias que te rodean. Si permites que tu mente
se identifique completamente con las labores externas, no podrás sentir la
presencia divina en tu interior. Pero si
cultivas la calma y la receptividad al
Señor, aun en medio de tus actividades, estarás trabajando en la forma
correcta.
Cada
vez que un enjambre de preocupaciones pretenda invadir tu mente, no te dejes
perturbar por ellas, sino que mantén la calma, mientras buscas la solución
adecuada. Destruye toda preocupación con el poderoso antídoto de tu paz. La paz
no puede ser comprada, debes aprender a cultivarla en tu interior. Incluso
cuando consideres que has alcanzado la más honda calma y recogimiento en tu
interior, sumérgete aun más en ellos. Es en las profundidades del silencio,
donde recibirás las respuestas a todos los problemas de tu vida.
Yogananda
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