jueves, 31 de octubre de 2013

Lecura de Tarot en vivo: Vida después de la Vida

¡Hola!

Este viernes 1 de Noviembre no te pierdas el programa de Radio "A Todo Dar" por http://www.radiomorir.com/ a las 6:00 p.m. hora de México, donde estaremos tratando el interesante tema "Vida después de la Vida" y se estarán contestando tus preguntas en vivo,  también tendrás la oportunidad de saber a través del Tarot sobre los seres queridos que ya no están contigo así como saber el cómo se encuentran.

!No te lo pierdas¡


martes, 8 de octubre de 2013

¡Hoy es día de cambios


¡Hoy es... el primer día del resto de tu vida!

Se dice que el hombre es el arquitecto de su propio destino.  Sin embargo, a menudo edificamos nuestro destino como si fuésemos peones de albañil,  más que inspirados arquitectos. La mayoría de la gente suele actuar como si el futuro fuera algo que le va a suceder fatalmente  y en lo cual no se puede intervenir,  no quedando más remedio que esperarlo y reaccionar ante lo que nos ofrezca.

Afortunadamente hay gente diferente, que cree que el futuro es un reto que se está afrontando y construyendo con nuestras actitudes y actividades cotidianas. Es gente que acciona, no que reacciona.

Las personas que esperan el futuro en lugar de construirlo, parece como si los ojos los tuviesen en la nuca; ven  demasiado hacia el pasado, pues eligen  y explican su presente en función de lo que han sido y no de lo que quieren ser.

En cambio, las personas que sí ven hacia delante,  ven el presente como una preparación para el futuro, más que como una consecuencia del pasado.  Muchas personas creen que su futuro está ya comprometido por los errores cometidos y el tiempo desperdiciado en el pasado.  Pero ¿qué caso tiene dejarse influir tanto por el pasado?

El pasado ya no lo podemos manejar, porque está ya concluido  y nada lo va a modificar.  Pero el futuro sí vale la pena, porque aún no sucede y está íntimamente ligado con lo que hacemos ahora. Además nunca es tarde para mirar la vida con una mejor perspectiva. ¿Crees que en el pasado has perdido mucho el tiempo, que has dejado de estudiar desde hace varios años, que has desaprovechado valiosas oportunidades y que has cometido errores garrafales? Pues bien, no eres ningún extraterrestre,  a todos nos ha sucedido lo mismo, y hemos aprendido de ello.

El pasado es valioso sólo como fuente de experiencias;  pero no dejes que te ate con su grillete de lamentaciones, ni te escondas en él para huir de tu presente.  El ayer es el ayer y nada lo va a modificar.  Pero tu presente y futuro te pertenecen,  porque la vida comienza cuando uno define lo que realmente quiere de ella.


Es cierto que el tiempo es eterno; pero para ti apenas está comenzando, porque… Hoy es el primer día del resto de tu vida.

LA AMISTAD ES COMO UN JUGO DE NARANJA



Cuando exprimes una naranja nunca esperas obtener jugo de limón o de piña o de ninguna otra fruta que no sea naranja. Sólo puedes obtener lo que tiene en su interior. Vamos a suponer que tú eres esa naranja, ¿Qué es lo que tienes en tu interior? ¿Eres una naranjita llena de amor para ti mismo y para los demás? ¿Eres una naranja fresca y llena de jugo, dispuesta a compartirlo todo con los demás o temes que si das un poquito de tu jugo se acabe y no te quede nada para ti mismo?

Tú no puedes dar nada que no tengas en tu interior, ni podrás obtener de los demás nada si no estás dispuesto a compartir lo que tienes. Es por eso que antes de que pretendas ser amado, debes empezar por llenarte de amor, de compasión, de perdón y de confianza en ti mismo. Sólo una persona que se ama a sí misma puede dar y recibir amor. Si estás lleno de amor, eso es lo que tienes para darle a los demás.

Es el amor por ti mismo lo que atraerá personas que te amen. La autoestima es la base para una relación exitosa y el ingrediente indispensable para el amor. Amarte a ti mismo es respetarte tal y como eres y reconocer tus debilidades y tus defectos para poder superarlos. Amarte es sentirte bien con lo que eres y tener un sentimiento general de que lo que haces está bien y que eres una buena persona.

Amarte no es andar de presumido por ahí alardeando. A esa gente más bien le falta amor propio y está desesperada por conseguirlo. Amarte es tener compasión por ti mismo. No me refiero a sentir lástima por ti mismo, más bien a entender que si cometes un error, sabes que estás haciendo lo mejor que puedes y te perdonas. Amarte es admitir que eres imperfecto  pero único y valioso. Amarte es saber que mereces ser respetado, amado y valorado por los demás.

Amarte es saber qué es lo que quieres en la vida y trabajar para obtenerlo. Amarte es consolarte a ti mismo, confortarte y saber que pase lo que pase, nunca vas a rendirte. Amarte es cuidar tu cuerpo, tu salud, tus pertenencias, tus sueños. Amarte es creer que tú eres una persona importante y que tienes un propósito para estar aquí. Amarte es ser considerado con los intereses de los demás pero nunca ponerlos delante de los tuyos. Amarte es sentir que mereces ser, tener y hacer lo mejor de lo mejor. "Respetarte a ti mismo quiere decir que tienes un romance secreto contigo"


Wayne Dyer

Las Plantas se parecen a las Almas



Fíjate bien, ¡y verás cómo las plantas se parecen a las almas! Hay arbustos fuertes, erguidos, desafiantes…  pero ante los días de lluvia, de fuertes ciclones, de tormenta, caen despedazados, inertes, incapaces de retoñar jamás.

Los hay menos corpulentos, menos ostentosos, menos llamativos,  pero que parecen hechos de una sola pieza… raíz desde lo profundo hasta la copa.  Afrontan la tormenta, se tambalean, se desgajan y pierden hojas, pero permanecen en pie, esperando mejor tiempo para reconstruirse.  ¡Y si se parten, por esa misma herida empiezan a florecer cuando llega la primavera!


Los hay siempre enredados en otros, acaparando, ahogando, absorbiendo la savia que circula y los jugos que los nutren.  Y suben, cada vez más alto, pero siempre trepados, enredados. Y los hay libres, escogidos, que necesitan estar solos con su tierra, su humedad, los rayos dorados del sol.  ¡Eso les basta!

PERSONAS FELICES VS PERSONAS INFELICES


¿Cuál es la diferencia entre las personas felices y las personas infelices?

1. AMOR vs MIEDO
Las personas que felices tienen menos miedo y más amor. Ellos ven cada momento, cada reto, cada persona, como una oportunidad para descubrir más sobre sí mismos y el mundo que les rodea.

2. ACEPTACIÓN vs RESISTENCIA
Las personas felices entienden que no se puede cambiar una situación por resistirse a ella, pero sí mediante su aceptación y por la comprensión de que podría haber una razón para su existencia.

3. PERDÓN vs FALTA DE PERDÓN
La gente muy feliz sabe que no es saludable aferrarse a la ira. Eligen perdonar y olvidar, comprenden que el perdón es un regalo que se dan a sí mismos en primer lugar.

4. VERDAD vs DUDA
Ellos confían en sí mismos y en la gente que les rodea. No importa si hablan con la señora de la limpieza o con el presidente de una empresa, de alguna manera siempre dejan la sensación que la persona con quien interactúa es alguien único y especial para ellos.

5. SIGNIFICADO vs AMBICIÓN
Ellos hacen lo que hacen por el significado que aporta a sus vidas y porque obtienen un sentido de propósito al hacerlo. Entienden que "Hacer lo que te gusta es la piedra angular para tener abundancia en tu vida".

6. ELOGIO vs CRÍTICA
Ellos no critican la ausencia de la conducta que quieren reforzar, sino más bien, cada vez que el comportamiento está presente, saben alabar a la persona y la conducta, y así refuerzan el comportamiento positivo.

7. DESAFÍOS vs PROBLEMAS
Las personas felices ven los problemas como retos para explorar nuevas formas de hacer las cosas, expresando su gratitud, y entendiendo que son oportunidades que les permiten crecer.

8. DESINTERÉS vs EGOÍSMO
Ellos hacen lo que hacen no por sí mismos, sino para el bien de los demás, asegurándose de dar sentido, empoderamiento y felicidad en la vida de muchos. Buscan maneras de compartir lo mejor de ellos con el mundo.

9. ABUNDANCIA vs POBREZA
Tienen una mentalidad abundante y viven una vida equilibrada, logrando abundancia en todas las áreas de la vida.

10. SOÑAR EN GRANDE vs SER REALISTA
Estas personas realmente no se preocupan acerca de ser realistas. Ellos aman y se atreven a soñar en grande, siempre escuchan a su corazón e intuición y la grandeza de sus logros asusta a muchos.

11. BONDAD vs CRUELDAD
Ellos son amables con ellos mismos y con los demás y entienden el poder del amor a sí mismo, del perdón a sí mismo y de la aceptación de sí mismo.

12. GRATITUD vs INGRATITUD
No importa donde miren, no importa dónde se encuentren o con quién, ellos tienen la capacidad de ver belleza donde la mayoría de nosotros sólo ve fealdad. Oportunidades, donde la mayoría de nosotros sólo ve luchas. Abundancia, donde la mayoría de nosotros sólo ve carencia. Y expresan su gratitud por todo ello.

13. PRESENCIA/COMPROMISO vs RETIRADA
Ellos saben cómo vivir en el momento presente, apreciando lo que tienen y dónde se encuentran, sin dejar de tener grandes sueños sobre el futuro.

14. POSITIVIDAD vs NEGATIVIDAD
No importa lo que pase, ellos siempre parecen mantener una perspectiva positiva en todo y por ello tienden a irritar mucho a la gente negativa y "realista".

15. ASUMIR LA RESPONSABILIDAD vs CULPAR
Toman la plena posesión de sus vidas y raramente usan excusas. Las personas felices entienden que en el momento que elijas culpar a una fuerza externa por lo que te está sucediendo, de hecho, entregas todo tu poder. Ellos optan por mantener su poder y asumen la responsabilidad de todo lo que les sucede.


LA CULPA



LA CULPA, ESE SENTIMIENTO QUE NOS PUEDE CONDUCIR A CUALQUIER PARTE…
COMER CON CULPA, NO GOZAR POR CULPA, SENTIRNOS CULPABLES HASTA DE ESTAR SANO FRENTE A UNA PERSONA ENFERMA ¿POR QUÉ ES TAN FUERTE? ¿CÓMO PUEDO CAPITALIZAR LA CULPA?, UNA NOTA PARA LEER LIBREMENTE… “SIN CULPA”

En nuestra vida experimentamos multitud de situaciones que nos despiertan sentimientos y emociones. Unos son de alegría y regocijo, y estimulan la risa e incluso el llanto de emoción. Otros son de tristeza y dolor, y nos llevan al silencio y al desconsuelo. Esto último sucede con el sentimiento de culpa. Cuando aparece, si no se sabe manejar correctamente, puede conducirnos al bloqueo y al encierro en nosotros mismos. Ser consciente de ello nos ayudará a superarlo y a encauzar el juicio sobre nuestra persona sin convertir la culpa en castigo.

¿Por qué la culpa es tan fuerte?

La culpa está conectada con el instinto de muerte y con la autodestrucción. Mal asumida, arrastra a la persona a la pasividad, dejándola en una situación de indefensión y a merced de que alguien o algo externo le libere de ella. Esa persona, ideología o creencia alcanza tal poder que impedirá ejercer la propia responsabilidad.

El sentimiento de culpa nos influye tanto porque tenemos miedo a ser abandonados y nos dificulta el responsabilizarnos de nuestra propia vida. Se teme al abandono pues la necesidad de ser amados y aceptados es una aspiración innata en todos nosotros, y cuando la culpa se interioriza contra nosotros mismos, dejamos de creer en nuestra valía personal y nos juzgamos no merecedores del amor. Como consecuencia, intentamos ser como creemos que las otras personas quieren que seamos, y así evitar que nos abandonen. Pero sucede que nuestra verdadera forma de ser termina manifestándose, y el miedo al abandono se incrementa.


Surge entonces la agresividad hacia uno mismo a través del autorreproche y la crítica constante, con el propósito de redimirse y ser capaz de ser dueño de la propia vida. Pero sólo se consigue interiorizar cada vez más la des valoración personal, y la redención nunca llega, pues buscamos que alguien nos libere. Y no es posible, ya que es la culpa la que nos impide ser libres, no los otros.

¿Cómo sabemos que la culpa nos amenaza?

Señales físicas (presión en el pecho, dolor de estómago, de cabeza, de espalda), señales emocionales (nerviosismo, desasosiego, agresividad, irascibilidad) y señales mentales (pensamientos de autoacusaciones y auto reproches) nos alertan de que la culpa está siendo mal administrada. Es más probable que sea así cuando mantenemos un sistema de pensamiento polarizado (pensamos que las cosas son blancas o negras, buenas o malas, y no admitimos el término medio); negativo (tan sólo tenemos en cuenta los detalles negativos y además los magnificamos, sin atender a los aspectos positivos); rígido (nos basamos en un sistema de normas estricto donde el deber prevalece en todas nuestras acciones), sobredimensionado (abandonamos la responsabilidad de nuestra vida y pasamos a responsabilizarnos de las vidas de los demás y de cuanto ocurre a nuestro alrededor) o perfeccionista (el nivel de exigencia lo colocamos en la perfección y ésta en todos los actos que llevemos a cabo).

Como todo sentimiento, la culpa está precedida y es consecuencia de la escala de valores con que nos regimos en la vida. Si se produce un desencuentro entre nuestro ideal de cómo ha de ser nuestro comportamiento y la realidad vivida, causará dolorosos conflictos personales que desembocarán en la generación de alguna de las tres maneras de reaccionar ante los acontecimientos:

• Reacciones intrapunitivas: nos sentimos culpables exclusivos de todo lo ocurrido.
• Reacciones extrapunitivas: culpabilizamos de todo, inclusive de nuestros males, a los demás, como forma de des responsabilizarnos ante lo sucedido.
• Reacciones impunitivas: pensamos que nadie tiene la culpa de nada, que son las circunstancias sin más. Esta forma de razonar puede tener de bueno el conseguir descargar el agobio y no hacer más penosa la situación, pero como contrapartida, y habrá que estar alerta, se puede caer en la simplificación y la irresponsabilidad.

Culpa sí, pero no castigo

Cuanta mayor concordancia exista entre nuestro pensar y actuar, y cuanto más lejos se mantenga nuestro razonamiento de absolutos, rigideces y perfeccionismos, menos veces se nos generará el sentimiento de culpa. Pero sin duda, cuando somos incoherentes, el sentimiento de culpa aparece. En ese momento, en la medida en que aparquemos la descalificación y el castigo, nos liberaremos de la paralización y mantendremos la suficiente fluidez interna que nos llevará a abordar nuestras faltas de coherencia como problemas a resolver y no como losas autodestructivas.

Ahora bien, incluso practicando lo anterior no estamos exentos de que se nos encienda esa señal de la culpa con capacidad de ser dolosa. El problema no radica en sentirla, sino en cómo afrontamos su presencia.

Cuando se presenta la culpa, el reto es convertir ese sentimiento en:

• Una señal, que sirve para cuestionarnos cómo hacemos lo que estamos haciendo. A veces es bueno que nos encontremos en entredicho: las revisiones personales posibilitan nuestro enriquecimiento.
• Un momento de reflexión y análisis de por qué nos surge, sin entrar a desvalorizarnos ni a hundirnos en el desasosiego y el sufrimiento.
• Un diálogo interior que nos lleve a designar y concretar cuál es la conducta por la que sentimos la culpa.
• La búsqueda de soluciones, o en su defecto alternativas a cómo reparar el daño causado.
• La petición de perdón a las personas afectadas por nuestra conducta.

Si el sentimiento de culpa nos afecta de tal forma que nos conduce a una situación emocional que nos impide un análisis claro, conviene acudir a un profesional para que pueda ayudarnos a encontrar las soluciones adecuadas.

Sacar lo positivo de la culpa

Si ante la culpa no ejercemos nuestra responsabilidad y nos sumimos en la paralización del miedo, caeremos en la descalificación personal (somos malos, egoístas....) y en el autocastigo (agresividad que provoca sufrimiento). Pero también podemos ver en su manifestación una función saludable, pues nos hace conscientes del conflicto y, a partir de ahí, seremos capaces de analizar las soluciones y dar los pasos oportunos que restablezcan nuestro vivir coherente.



Podremos descubrir que la trasgresión de la norma que provoca la culpa se produce porque:

• Nos guiamos por un sistema de pensamiento polarizado, rígido, negativo, sobredimensionado o perfeccionista.
• Existen unas circunstancias especiales, en la que hay que tener en cuenta nuestras necesidades del momento,
• Pretendiéndolo o no, nuestra actuación no se adecua a nuestros valores.


Si se trata de los dos primeros casos, comprobamos que el código no es inamovible y por tanto podemos flexibilizar, contextualizar y dar más precisión y puntualización a la norma transgredida. No se trata de destruir la norma, sino de enriquecerla despojándola de su rigidez. Si la culpa se presenta por haber sido incoherentes con nuestro sistema de valores, habremos de responsabilizarnos de las consecuencias, hacernos cargo de lo que éstas supongan y pedir perdón a quien haya resultado dañado por nuestro comportamiento.