martes, 8 de octubre de 2013

Las Plantas se parecen a las Almas



Fíjate bien, ¡y verás cómo las plantas se parecen a las almas! Hay arbustos fuertes, erguidos, desafiantes…  pero ante los días de lluvia, de fuertes ciclones, de tormenta, caen despedazados, inertes, incapaces de retoñar jamás.

Los hay menos corpulentos, menos ostentosos, menos llamativos,  pero que parecen hechos de una sola pieza… raíz desde lo profundo hasta la copa.  Afrontan la tormenta, se tambalean, se desgajan y pierden hojas, pero permanecen en pie, esperando mejor tiempo para reconstruirse.  ¡Y si se parten, por esa misma herida empiezan a florecer cuando llega la primavera!


Los hay siempre enredados en otros, acaparando, ahogando, absorbiendo la savia que circula y los jugos que los nutren.  Y suben, cada vez más alto, pero siempre trepados, enredados. Y los hay libres, escogidos, que necesitan estar solos con su tierra, su humedad, los rayos dorados del sol.  ¡Eso les basta!

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