Nuestra
mente es como un magneto y, dependiendo de nuestros pensamientos, atraemos a
cierto tipo de gente a nuestro mundo. Nuestros pensamientos pueden atraer
personas hacia nosotros. Si crees que todo el mundo quiere abusar de ti,
encontrarás personas que lo hagan. Y si consideras que la gente es amable,
amigable, por alguna razón la mayoría de las veces te toparás con personas así.
La
vida es un aprendizaje continuo, y una de las lecciones más importantes son las
relaciones humanas. Si no aprendemos, tenemos que repetir el curso. A veces se
repite el curso con la misma persona, o a veces con otra. Es fácil caer en la
trampa de culpar a los demás. Nadie puede hacerte infeliz sin tu
consentimiento. No importa lo que hagan ni lo que digan, tú decides como
reaccionar.
Si
somos honestos con nosotros mismos siempre elegiremos todo en la vida:
amistades, trabajo, pareja, pensamientos. Así empezaremos a vivir más
plenamente. Lo que los demás piensen no es asunto tuyo. Los demás nos
respetarán en la medida en que nosotros mismos nos respetemos.
Para
asumir el mando de nuestras vidas y vivir a plenitud, el reto es eliminar la
compulsión a recibir aprobación. A fin de cuentas, no se puede más que tener la
mente en paz o preocuparse por lo que piensen los demás. Preocuparse por lo que
opinen los demás es un hábito difícil de romper, pero no hacerlo puede acarrear
resultados trágicos. No puedes darle gusto todo el tiempo siquiera a la mayor
parte de la gente. Si lo que temes es que algunas personas puedan pensar que
eres tonto, ¡despreocúpate! ¡Seguramente ya lo piensan! No tienes que complacer
a todo el mundo.
Las
personas deben respetar tu manera de ser y aceptarte tal y como eres. Sin
perder el respeto por los demás, debes ser sincero contigo mismo. Si la gente
no está de acuerdo con tus ideas y tu estilo de vida, es asunto de ellos, no
tuyo. Una de las características de las personas con decisión y seguras de sí
es que no dan explicaciones, simplemente hacen lo que hacen.
Necesitamos
pensar y actuar de manera más independiente y sentirnos realizados sin tener
que dar explicaciones de todo lo que hacemos a nuestros parientes, amigos y
vecinos. Vive como tú prefieras; dedica tu tiempo a lo que mejor te parezca. Si
decides ofrecer explicaciones, hazlo porque deseas compartir tus pensamientos
con otra persona y no porque necesites de aprobación.
Somos
felices en la medida que creemos controlar nuestras circunstancias; y asumir el
control de nuestra vida frecuentemente implica decir «no». La única manera de
escapar al sentimiento de culpa que otros te infunden es convertirte en tu
propio juez. Rehúsate a atarte a sus conceptos. Saca tus propias conclusiones y
prepárate a pregonarlas. Para obtener lo que deseas, debes ser más tenaz que la
otra persona, establece lo que deseas y no dejes que te desvíen. Para decir
«no» con buenos resultados, debes ser capaz de sostener un punto de vista
contrario y no sentirte culpable por ello.
Una
vez que sepas decir «no» sin experimentar sentimientos de culpa, asumirás un
mayor control sobre tu vida y podrás vivir más felizmente con otras personas y
contigo mismo. Recuerda que a la gente le gusta la fortaleza y espera respeto. También
requiere de espacio. Para atraer a los demás tenemos que interesarnos en ellos.
Cuando nos interesamos, nos olvidamos de nosotros mismos. La gente te admira
cuando defiendes tu postura, aunque pueden no estar de acuerdo con tu causa.
Siempre
que admitimos nuestros sentimientos y confesamos nuestro amor a los demás,
corremos riesgos. Se necesita valor. Nuestros seres queridos necesitan que les
digamos que los queremos. Necesitan estar seguros de ello. Un tipo preguntó en
alguna ocasión. ¿Cuál es el mejor momento para decir a tu esposa que la
quieres? La respuesta es: «Antes de que otro se lo diga».
La
mayoría de las personas necesitamos momentos de soledad para aclarar la mente,
procesar pensamientos, formular estrategias, estar con la naturaleza, ubicar
las cosas en perspectiva. A veces necesitamos estar solos únicamente para
extrañar a ciertas personas y quererlas de nuevo. Las personas maduras no se
molestan ante las observaciones desagradables de los demás
Sólo
la gente insignificante hace comentarios desagradables; solamente las personas
insignificantes se sientes aludidas. Sé grande. Cuando la gente nos contradice,
afloran nuestras inseguridades. Tendemos a reaccionar. Pero si renunciamos al
vicio de pensar que todo el mundo debe ver las cosas a nuestro modo, no habrá
necesidad de discutir.
En
cuanto dejemos de querer imponer nuestros puntos de vista, ellos dejarán de
imponer los suyos. No puedes darle gusto a todo el mundo todo el tiempo. Puedes
ocupar tu tiempo en cosas mejores que tratar de persuadir a los demás en contra
de tu voluntad. Déjalos creer lo que quieran. Pretendemos que los demás nos
respeten insistiendo que tenemos razón, y lo que logramos es justamente lo
contrario.
Tememos
perder el respeto de los demás al admitir que nos hemos equivocado y, no
obstante, con ello frecuentemente nos lo ganamos. Siempre que estamos
dispuestos a admitir nuestras equivocaciones, la gente admira nuestro valor y
nos trata con compasión; sin embargo, la mayoría de las veces detestamos
admitir nuestros errores. Es lógico afirmar que si todo el mundo quiere tener
razón y tú estás dispuesto a reconocer a veces que los demás la tienen, te
apreciarán por ello.
Decir
a los demás que se equivocan es una excelente forma de hacerse enemigos. Admitir
que te equivocaste, puede ser una gran forma de iniciar una amistad. Si la vida
es un juego, hagamos que la gente conozca las reglas. Para facilitarnos la vida
a corto plazo, tenemos que ser serios y demostrar fortaleza. Las personas no se
comprometen a menos que ellas mismas establezcan el compromiso. A veces no
deseamos pedir a alguien que se comprometa por temor a que se rehúse.
Esa
es una señal de debilidad nuestra. Si las cosas no mejoran, significa que
vivimos sin aprender. Las buenas maneras implican modestia más que ostentación.
No se trata de competir, se trata de estar consciente de que no tienes que
demostrar nada. Tu reto en la vida es ser honesto contigo mismo. La paz mental
deriva de un cambio de actitud, no de las circunstancias.
El
hecho de no juzgar a nadie no implica que todo el mundo deba parecerte
agradable, o que no tengas preferencias; significa adoptar una actitud que te
permite estar en paz contigo mismo y con quienes te rodean. Si intentas
denodadamente cambiar a la gente, ella te aborrecerá.
Ámate
a ti mismo y quiere a los demás lo bastante como para dejarlos en paz, y
ocúpate de tus propios asuntos.