Hoy quiero compartir un cuentito que escuche y es digno de reflexión, y aunque la extraña también tiene cosas muy buenas y puede aportarnos sabiduría y también puede fomentar la estupidez humana.Pero no es culpa de ella, es responsabilidad del Ser Humano tomar sus buenos o malos consejos.
LA
EXTRAÑA
Unos
cuantos años después que yo naciera, mi padre conoció a una extraña, recién
llegada a nuestra pequeña población. Desde el principio, mi padre quedó
fascinado con este encantador personaje, y enseguida la invitó a que viviera
con nuestra familia. La extraña aceptó y
desde entonces ha estado con nosotros. Mientras yo crecía, nunca pregunté su
lugar en mi familia; en mi mente joven ya tenía un lugar muy especial. Mis padres eran instructores complementarios:
Mi
mamá me enseñó lo que era bueno y lo que era malo y mi papá me enseñó a
obedecer. Pero la extraña era nuestra
narradora. Nos mantenía hechizados por horas con aventuras, misterios y
comedias. Ella siempre tenía respuestas para cualquier cosa que quisiéramos
saber de política, historia o ciencia. ¡Conocía
todo lo del pasado, del presente y hasta podía predecir el futuro! Llevó a mi familia al primer partido de
fútbol. Me hacía reír, y me hacía
llorar.
La
extraña nunca paraba de hablar, pero a mi padre no le importaba. A veces, mi mamá se levantaba temprana y
callada, mientras que el resto de nosotros estábamos pendientes para escuchar
lo que tenía que decir, pero ella se iba
a la cocina para tener paz y tranquilidad.
(Ahora
me pregunto si ella habrá rogado alguna vez, para que la extraña se fuera.)
Mi
padre dirigió nuestro hogar con ciertas convicciones morales, pero la extraña
nunca se sentía obligada para honrarlas. Las blasfemias, las malas palabras,
por ejemplo, no se permitían en nuestra
casa. Ni por parte de nosotros,
ni de nuestros amigos o de cualquiera que nos visitase. Sin embargo, nuestra
visitante de largo plazo, lograba sin problemas usar su lenguaje inapropiado
que a veces quemaba mis oídos y que hacía que papá se retorciera y mi madre se
ruborizara.
Mi
papá nunca nos dio permiso para tomar alcohol. Pero la extraña nos animó a
intentarlo y a hacerlo regularmente. Hizo que los cigarrillos parecieran
frescos e inofensivos, y que los cigarros y las pipas se vieran distinguidos. Hablaba libremente (quizás demasiado) sobre
sexo. Sus comentarios eran a veces evidentes, otras sugestivos, y generalmente
vergonzosos.
Ahora
sé que mis conceptos sobre relaciones fueron influenciados fuertemente durante
mi adolescencia por la extraña. Repetidas veces la criticaron, mas nunca hizo
caso a los valores de mis padres, aun así, permaneció en nuestro hogar.
Han
pasado más de cincuenta años desde que la extraña fue llevada con nuestra
familia. Desde entonces ha cambiado mucho; ya no es tan fascinante como era al
principio. No obstante, si hoy usted pudiera entrar en la guarida de mis
padres, todavía lo encontraría intalada
en su esquina, esperando por si alguien quiere escuchar sus charlas o dedicar
su tiempo libre a hacerle compañía...
¿Su
nombre?
Nosotros
la llamamos....... ¡¡La Televisión!!
Nota:
Se
requiere que este artículo sea leído en cada hogar.
¡Ahora
tiene una aliada que se llama Computadora!!
¡Y
un hijo que se llama Celular!
con el agravante que el nieto pinta ser el peor
de todos, el SMART PHONE
Espero les haya gustado este cuentito, la tecnología
no es mala, simplemente, es, existe y nos hace la vida más ligera, el mal o buen uso de esta depende del ser humano.
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