La mejor técnica para poner fin a
cualquier discusión (en 5 pasos)
Cuando convivimos mucho tiempo con una
persona, ya sea nuestra pareja, nuestro compañero de piso o nuestro jefe, es
inevitable que surjan discrepancias. Discutir de vez en cuando no tiene por qué
ser malo. Después de un encontronazo dialéctico se puede llegar a una
conclusión que satisfaga a ambas partes. Pero si las broncas son constantes, la
relación acabará por enturbiarse sin remedio.
Un grupo de investigadores de la
Brigham Young University estudió el comportamiento de un nutrido grupo de
parejas durante 20 años, y llegó a la conclusión de que, cuántas más
discusiones había, menos duraba la relación, y viceversa.
Ya que es inevitable discutir de vez
en cuando, lo decisivo es aprender a que las peleas no vayan a más,
solucionando los conflictos en cuanto estos aparezcan. Para ello, la psicóloga
Lisa Firestone ha desarrollado un procedimiento que, asegura, funciona muy bien
entre las personas que acuden a su terapia: la técnica del desarme unilateral.
Debemos evitar por todos los medios
que la discusión se salga de quicio y acabemos diciendo cosas de las que luego
vayamos a arrepentirnos. La doctora parte de la idea de que, cuando estalla una
bronca, se crea un resentimiento que no nos deja ver la situación en conjunto,
y nos impide valorar las posibles soluciones. Empezamos entonces a lanzarnos
reproches, sin tener en cuenta las consecuencias de nuestro comportamiento. Por
ello, Firestone propone que aprendamos a “desarmarnos”, evitando discutir
acaloradamente, para no decir cosas de la que luego vamos a arrepentirnos.
Aunque la psicóloga enseña la técnica
del desarme unilateral a las parejas, ésta se puede usar perfectamente en
cualquier tipo de discusión. Estos son los cinco pasos que debes seguir para
resolver cualquier discusión que se vaya de las manos.
1.
Relájate
Las discusiones más absurdas (que
pueden acabar convirtiéndose en las más peligrosas) surgen sencillamente porque
estamos cansados, nerviosos, estresados (o puede que hambrientos), y en muchas
ocasiones, todo al mismo tiempo. Nuestro compañero nos dice algo que nos
molesta y saltamos a cuchillo, sin pensar fríamente lo que vamos a decir. En
estos momentos es esencial que aprendamos a relajarnos, quizás yendo a dar un
paseo, contando hasta diez o, sencillamente, pensando bien las cosas antes de
abrir la boca. No pienses en lo que ha hecho o dicho la otra persona, piensa en
lo que vas a decir tú. Verás enseguida como se rebaja la tensión.
2.
No devuelvas el golpe
Como explicaba el lingüista Sebastián
Serrano en una entrevista con El Confidencial, “jugar a enfadarse es muy
fácil”, y pude acabar muy mal. “En el momento en que hay expresiones de
menosprecio ya no hay prácticamente vuelta atrás”, asegura Serrano. “Y es tan
fácil que aparezcan… Si le dices un exabrupto a la pareja vas a necesitar tres
halagos fuertes para reequilibrar la situación. A veces se consigue, pero otras
no”.
Por ello, cuando la persona con la que
estamos discutiendo entra en barrena, lo más inteligente es echar el freno y no
entrar al trapo. Un buen truco es hablar de lo que has hecho, y por qué lo has
hecho, sin entrar a valorar el comportamiento de la otra persona. No tiene
sentido querer “ganar” una discusión si la persona con la que estamos hablando
es muy cercana. Es más importante conservar la amistad que tener razón; si la
tienes, el tiempo te la acabará dando y tu compañero lo reconocerá.
3.
Responde amablemente
En la comunicación interpersonal las
formas son en ocasiones más importantes que el fondo. Cuando estalle una
discusión trata siempre de bajar el tono, explicando las cosas de la forma más
delicada posible, sin exabruptos. Bajar las armas no implica renunciar a lo que
crees, ni rehusar a defender tus opiniones (que son tan validas como las de la
persona con la que estás discutiendo), sólo supone tomar una posición que no es
percibida como amenazante y que va a hacer que la persona con la que tienes un
conflicto se relaje y sea, también, más comprensiva. En ocasiones, un pequeño
acto de afecto es suficiente para desarmar a tu compañero, algo que es de lo
más efectivo si se trata de tu pareja. Basta cogerle de la mano, mirarle a los
ojos y decir que le quieres para que la discusión cambie por completo.
4.
Empatiza
Para resolver una discusión es muy
importante que escuchemos con atención lo que nuestro compañero tiene que
decirnos. Puede que no estés de acuerdo, pero es importante que la otra persona
sienta que la estemos escuchando. La técnica del desarme unilateral no implica
aceptar siempre lo que dice la persona con la que discutimos, como si no
importara nuestra opinión, pero implica estar dispuesto a renunciar a tener
siempre la razón, con el fin de resolver el conflicto. Si mostramos comprensión
por lo que dice la otra persona, y aceptamos que es cierto al menos algo de lo
que dice (los desacuerdos no suelen ser nunca del 100%), habremos dado un gran
paso.
5.
Comunica lo que sientes
Cuando discutimos solemos construir
nuestras argumentaciones en torno a cosas concretas, cuando en realidad todo
nuestro malestar surge de una serie de sentimientos que, a menudo, no sabemos
comunicar. Aprender a expresar lo que sentimos, por encima del conflicto
concreto, es decisivo para resolver esta discusión y muchas de las que están
por venir. Los sentimientos son independientes de los hechos, pero son
realidades que están ahí, y son decisivas. Sólo si expresamos lo que sentimos,
la persona con la que discutimos sabrá entender lo que realmente pensamos, y
será mucho más comprensiva con nuestra situación.
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