“Muchas personas confiesan que tienen
miedo de la muerte. Pero, cuando vemos la forma tan poco razonable en que viven
algunos, que destruyen su salud o se lanzan a aventuras peligrosas con el
pretexto de vivir experiencias, tenemos la impresión de que hacen todo lo que
pueden para adelantar este momento… Entonces, ¿cómo hablar verdaderamente de
miedo a la muerte? Están provocando la muerte, como si, en el fondo, se
supiesen inmortales. Dirían «Pero, entonces, si es porque se sienten
inmortales, ¡no se les puede reprochar su conducta!» Pues sí, justamente,
porque no hay que confundirlo todo: la conciencia de la inmortalidad no se
desarrolla exponiéndose estúpidamente a los peligros. Creer en la inmortalidad
es creer en el poder del espíritu. Pero no es, sin embargo, el espíritu el que
empuja a tanta gente a apresurar su fin, sino su inconsciencia, su
irresponsabilidad, su holgazanería, su falta de autodominio.” Y el ego, el
alter ego, que dice yo puedo, yo siempre puedo y soy mejor que tú y otros, y
para demostrarlo se arriesgan, sin control y muchos han encontrado su trágico
fin.
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